martes, 9 de agosto de 2011

Vueltas justas y y tímpanos rotos

-No creas que no me cuesta levantarme cada mañana.
Y parecía ya empezar de nuevo otra discusión. En los últimos días era una tras otra, casi sin parar. Sólo cuando dormían no discutían. Y no siempre era así, porque muchas veces soñaban, ambos, con otra discusión, con ese tema que todavía no habían tocado, más por miedo que porque no había por qué discutir.
-Oye... No tenemos por qué seguir así. Creo que no podemos tocar más hondo. Bueno, sí- dijo tras una brevísima pausa. ¿Dónde quedaron las horas aquellas en las que no había palabras dañinas, las horas de sexo, las risas? ¿Y lo vivido?
Ella empezó a llorar, lo que hizo que él también lo hiciera. Lloraron como niños durante largo rato, incluso cuando él le dio un beso en los labios ya húmedos. Incluso cuando se desnudaban y se tocaban como hacía semanas que no lo hacían.
Cuando se despidieron, dejando ambos lo que había sido su hogar, se sonrieron, y ambos sabrían que había sido más de lo que podían aguantar, y que había sido un final feliz, el único posible. Porque todas las historias acaban como deben acabar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario