sábado, 10 de septiembre de 2011

Animalada

Era una mañana de nubes y calor. Se despertaron todos más o menos al tiempo, resacosos, como si les durara todavía el efecto del alcohol consumido la noche anterior. Pasó una hora, quizás dos, cuando llegó "ese silencio". Ese silencio culpable, pecador. Todos sabían que escenas como aquella no se repetirían en mucho tiempo, mas no dijeron nada. Siguieron callados medio minuto, quizás unos segundos más. Se levantaron y, mientras varios pares de ojos intercambiaban miradas, gritaron a la par: "AÚ, AÚ, AÚ!"

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