jueves, 3 de noviembre de 2011

-0,1 x 10: Deseos en aire, sed en la tierra.

200 no significa más que 199, o que, pongamos por caso, 1999. Por poner símbolos, podemos poner una gaviota sobre el mar, una rosa en el desierto; podemos mezclar imágenes, ya sean vacías (o no), con conceptos que tengan (o no) sentido, o necesidad de existencia. Y es que esta enormidad de palabras seguidas dicen menos que la purpurina que te hace sentir mal, que la Panacea. Podemos romper las ventanas para que entre alguien como perro con su casa, pero también podemos optar por no hacerlo.
Todo este conjunto de vicios perfeccionados en forma de palabras vienen a contar una historia, una necesidad de expresión delimitada por experiencias vividas, no por mí, pero que pueden sacar alguna que otra sonrisa o algún que otro arqueamiento de ceja y consecuente cierre de pestaña. No tiene más sentido que el que quieras darle. Puedes pensar que estoy loco, o que me acuerdo de ti. Piensa que es otro de esos múltiples ataques que me dan de locura inesperada e incontrolada, pero yo lo hago como katharsis. Nunca llegué a entender bien ese concepto. Pero creo que puede ayudarte a recordar que la gente está bien y tú no, pero que, aún así, esa misma gente te echa de menos y está deseando verte, de nuevo, una vez más. Porque puedes ser feliz y estar triste al mismo tiempo. No es imposible, si lo piensas. Yo soy feliz, pero hay momentos que me apetece echar la lagrimilla, echar de menos. Estás viviendo un algo extraordinario. También lo viviste antes y después. Vive también el durante, por favor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario