domingo, 6 de noviembre de 2011

Las finas capas blancas del amor de un estudiante Erasmus

Dieron la vuelta tras despedirse. Dejaban atrás uno de los edificios del complejo residencial de la universidad. Con un "venga, te acompaño" en un más que correcto inglés, empezaron a hacer el camino hacia su residencia. El frío había cubierto los coches de una capa fina y blanca. Y es que hacía mucho frío. Se disculpó por haberla vacilado con que no hacía frío. En aquel momento sí que hacía frío, mucho frío. Se le apretaron los brazos haciéndole estremecer todo el cuerpo. Tenía los pies helados, las manos en los bolsillos. Y se rió. Se rió por sentirse culpable al pensar "Winter is coming". Ya en alto, dijo, "No quiero imaginarme cómo será el frío en diciembre, porque ahora lo estoy pasando mal."

Ella contestó diciendo que, según tenía entendido, iba a nevar en dos semanas. Le salió, como era habitual en un caso así, un "genial" tan irónico como la mayoría de sus comentarios. Era su vena gallega que tanto echaba de menos de vez en cuando. Pensando en que llevaba casi dos meses perdido por el norte de Europa, le preguntó si iba a volver en Navidades a su país.
"No, no. Estaré sólo un semestre, quiero aprovechar el máximo tiempo aquí. Mis padres lo entienden, quizás vengan un par de días antes de Navidades."
Tardaba en contestar y llegaban ya al portal. Con un "Muchas gracias por acompañarme, no tenías por qué hacerlo. Duerme bien, nos vemos" se despidió. "Nos vemos", dijo. "Descansa." Le habría dicho más cosas si no fuera porque la diferencia de culturas podría haberla asustado.
Retomó el camino a su piso, recordando cómo había ido la noche. Al menos se iba a la cama con una buena sonrisa en la cara dibujada con recuerdos de frases y algunos detalles.

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